Vuelvete loco.

lunes, 1 de agosto de 2011

David.

*Nuevo correo* Era de su esposa y decía "-Tengo una sorpresa para ti"
David: "-Estupendo. Me muero de ganas"
Al otro lado de la ventanilla de su limusina las aceras estaban llenas de noryoquinos embriagados por los primeros brotes primaverales. La diáfana luz de la tarde y el aire cálido y liviano animaban sus pasos y exaltaban su espíritu. Los hombres con la chaqueta al hombro y la camisa remangada, sentían la brisa en sus brazos desnudos, las mujeres, con sus ligeras minifaldas, en los muslos.
Las hormonas, encerradas como barcos atrapados en e hielo ártico, empezaban a fuir con ibertad por el deshielo primaveral.

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